Escrito por Vanesa García Navarro (sexóloga)
@tusexualidadconsciente @amicseu
Una relación consciente se caracteriza por el conocimiento que tiene la persona a la hora de manifestar sus pensamientos, emociones y acciones hacia otra persona siendo consecuente y responsable ante ellos.
Donde todo empieza: sociedad y Crianza
En la actualidad, la presencia de la educación sexual en nuestra sociedad aún no está bien definida ni instaurada. Aunque se podría argumentar que vivimos en una sociedad liberal que aborda el tema del sexo desde temprana edad, con charlas en las escuelas y la apertura mental de los padres contemporáneos, es importante reconocer que en términos de educación sexual, los patrones y tabúes persisten, pero ahora agravados por una hipersexualización social, lo que yo denomino el “efecto rebote” o “efecto péndulo”, impulsado por la accesibilidad y uso abusivo de las redes sociales y la pornografía.
La creencia de que proporcionar información básica sobre la anatomía, la reproducción y algunos métodos anticonceptivos, junto con las charlas escolares, cumple con la tarea educativa, refleja un enfoque que, al analizarlo, revela similitudes con las prácticas educativas generacionales pasadas. En este sentido, cabe preguntarse: ¿realmente ha cambiado algo nuestro enfoque educativo?
La realidad es que considerando que entre una educación sexual basada en los tabúes y la educación sexual en la nueva era basada en una sociedad hipersexualizada, el equilibrio solo se puede conseguir mediante una educación sexual consciente.
Para empezar, los niños aprenden mediante la observación y la imitación. La forma en que las familias interactúan entre sí y expresan su intimidad influye directamente en la percepción de los hijos sobre las relaciones afectivas y sexuales. Lo ideal sería, entonces, proporcionarles un entorno familiar donde se fomente el respeto, la comunicación abierta y la expresión saludable de la intimidad.
Los patrones de comportamiento, el ambiente emocional del hogar y la calidad en la comunicación, son la base y el ejemplo que tomarán como punto de partida en sus relaciones sexo-afectivas futuras.
Las creencias culturales y religiosas transmitidas por las familias también pueden tener un impacto significativo en la percepción de la sexualidad. Es necesario que los padres sean conscientes de su papel como modelos y educadores y poner el foco en la universalidad de los derechos humanos dentro de las relaciones afectivas y sexuales. De esta manera, se honraría la sexualidad dentro de unos valores donde a nivel universal cabríamos todos.
Las creencias limitantes y las falsas expectativas.
En la etapa de la adolescencia y la juventud, las personas potencian su exploración hacia su orientación sexual y forjan sus creencias en torno a las relaciones de pareja.
En este sentido, nuestras creencias nos limitan y afectan a nuestras relaciones afectivas y emocionales, convirtiéndose en un riesgo, si los valores y la identidad sexual no están bien definidas y arraigadas con anterioridad.
El estilo de la sociedad actual nos presenta unos estereotipos a seguir sobre cómo se debería actuar ante las parejas y las prácticas sexuales. Televisión, redes sociales, música, vídeos… todo a nuestro alrededor transmite un mensaje que dista mucho de lo que se pretende conseguir con una educación más consciente y saludable para todo tipo de relaciones.
Las expectativas sobre el cuerpo, las formas de comunicarse, la frecuencia e intensidad de las experiencias sexuales… generan presiones, ansiedad e inseguridad.
En este escenario es casi imposible que las influencias externas no afecten a las relaciones afectivas y sexuales, y que la emoción y estima de los jóvenes salga indemne.
Tú, la persona a la que más amor debes dar.
Estoy convencida de que la base de la sexualidad consciente se encuentra en la autoestima y el autoconocimiento.
La relación más importante que podemos cultivar es la que tenemos con nosotros mismos. Antes de embarcarnos en cualquier interacción íntima con otra persona, debemos conocernos y aprender a amarnos a nosotros mismos de manera completa y compasiva.
Dedicar tiempo a tener claros los valores antes las relaciones, a explorar tu propio cuerpo, entender tus deseos y necesidades, y reconocer aquello que te hace sentir plenitud. Esta conexión íntima con nosotros mismos establece las bases para relaciones más auténticas y satisfactorias.
La mayoría de nosotros iniciamos relaciones desde el autodesconocimiento. No nos amamos de verdad, no nos hemos dedicado el tiempo suficiente, no hemos estado a solas con nosotros mismos. Esto tiene como resultado la esperanza de que es en la otra persona donde se encuentra nuestra felicidad, y es aquí donde todo fracasa estrepitosamente.
Llegamos a esas relaciones con exigencias y ponemos en manos de esa otra persona toda la responsabilidad, sin pararnos a pensar que la auténtica responsabilidad es exclusivamente nuestra.
Es necesario que se aprenda a aceptar y respetar el propio cuerpo. Aceptarse permitirá liberarse de la vergüenza, aprender a valorarse y poner límites les liberará de culpa y cultivar una conexión más profunda consigo mismos y con los demás les permitirá vivir la sexualidad con gratitud.
La exploración de la sexualidad consciente implica experimentar de manera responsable y consensuada. Aprender a comunicar deseos y límites con claridad y respetar los de los demás permitirá que exploren y experimenten la sexualidad de una manera consciente y sana.
Conclusión
Podría considerarse que la prioridad no radica en saturar la mente de los jóvenes con conocimientos teóricos, sino más bien crear para ellos un ambiente de seguridad, confianza y respeto, donde puedan explorar su autenticidad sin miedo al qué dirán o pensarán.
Un ambiente donde la sinceridad sea la protagonista y nos deshagamos de todo lo superficial. Animemos a los jóvenes a pasar tiempo con ellos mismos, a que dediquen tiempo a conocerse antes de ofrecer su cuerpo y sus emociones a otras personas.
Puede parecer sencillo en teoría, aunque reconozco que llevarlo a la práctica presenta grandes desafíos. Por ello, los adultos deben iniciarse por sí mismos a la sexualidad consciente e intentar convertirse de alguna manera en ese salvoconducto social que tanto necesitan los jóvenes.
Aprender a respetarse, a quererse, a no ponerse por encima de los demás, a conocerse mejor, a poner los límites y en definitiva, a convertirte en tu mejor relación. Solo así se podrá transmitir una educación sexual íntegra y sincera.
Y finalmente, recuerda que cada uno debe recorrer su propio camino. En ocasiones podemos acompañar a los jóvenes y en otras deberán hacerlo en solitud. Solo podemos confiar en que les hemos proporcionado las herramientas y valores necesarios para que lo consigan.
La educación sexual consciente se desarrolla en los hogares, las escuelas y la sociedad, y en cualquier etapa de la vida, ya que las vivencias y experiencias nutren nuestros valores que marcarán la calidad de nuestras relaciones sexo afectivas.