En la encrucijada de la educación sexual y la evolución tecnológica, nos encontramos ante un fenómeno que ha transformado radicalmente la forma en que la sociedad, especialmente jóvenes y adolescentes, se relacionan con la sexualidad: la pornografía digital.
La pornografía ha experimentado una evolución significativa, impactando en la forma en que la juventud accede y consume contenido sexual. Este artículo intenta dar una pincelada a dicha transformación durante los últimos años y su consecuente influencia en el desarrollo sexual de los adolescentes.
Las cuatro “A”
Analicemos, lo que yo llamo las cuatro “A” de la pornografía: Accesibilidad, Adicción, Anonimato y Atípico. Cuando se reflexiona sobre estos cuatro elementos y el cambiante paisaje del mundo pornográfico, los resultados arrojan luz sobre las complejidades y desafíos que enfrentan los jóvenes como consumidores de porno. La transición de lo impreso a lo digital no solo ha cambiado la forma en que consumimos contenido sexual, sino que también ha impactado en su forma de comprender el sexo y las relaciones afectivas.
Accesibilidad
La era digital ha democratizado el acceso a la pornografía de maneras antes inimaginables. Los consumidores pueden explorar multitud de contenidos a la orden de un clic. Nada que ver con las barreras con las que te encontrabas en los años noventa, cuando para poder adquirir contenido erótico eran necesarios varios actos de valentía y decisión. Lo primero era conseguir un videoclub o un quiosco, después tener el valor de atravesar sus puertas y dirigirte a la sección “prohibida” donde un cartel te informaba claramente de que aquello solo era para mayores de 18 años. Cogías la peli o revista sabiendo que al otro lado del mostrador había una persona que sería consciente de que habías decidido pasar un buen rato. En caso de ser mayor de edad, tocaba conseguir un espacio íntimo y finalmente para visualizar la película, un dispositivo para reproducirla. Si se conseguía superar todas esas barreras, ahora sí podías dejarte llevar por ese momento mágico. Ni que decir tiene, que en el caso de los menores, llegar hasta este punto era casi imposible.
Actualmente, el acceso es a golpe de un clic gratuito. Solo se necesita un ordenador, tablet o móvil, algo a lo que muchos menores tienen acceso a edades muy tempranas. De hecho, en muchas ocasiones ni siquiera se requiere que el contenido sea buscado por la persona, si no que directamente estamos siendo bombardeados por pop up, mensajes privados o anuncios que incitan a visualizar el contenido erótico.
Adicción
El sexo siempre ha resultado adictivo. La diferencia entre un consumo moderado o saludable, y un consumo adictivo radica en la cantidad y calidad del producto a consumir. Si este se realiza de forma habitual y su calidad es extremadamente dopaminérgica, la adicción llega rápidamente.
Nuestro cerebro quiere y desea la sexualidad y poder satisfacer las fantasías a modo visual es indudablemente una atracción para cualquier ser humano, y aunque no se muestre un interés a priori por verlo, desde el momento en que se visualiza corres el riesgo de que tu cerebro te vuelva a demandar más contenido y más intenso. Esto en los jóvenes es sumamente peligroso, el cerebro es mucho más vulnerable a esas edades.
Anonimato
El anonimato, característica fundamental de la experiencia pornográfica, ha experimentado un cambio drástico. Años atrás, la única persona que sentías que podía juzgarte, era esa persona tras el mostrador. Ahora se tiene la falsa sensación de que desde el íntimo rincón que se haya escogido, nadie va a saber lo que estás haciendo, pero esto está muy alejado de la realidad. La mayoría de las veces se hace un intercambio de contenido gratuito por las famosas cookies. Esto implica entregar sin restricciones toda nuestra información para que la industria pueda hacer un uso más exacto de nuestros gustos y preferencias. La pérdida de este elemento plantea nuevas preguntas sobre la privacidad, la seguridad y la formación de la identidad sexual en un mundo hiperconectado.
Atípico
La evolución de la pornografía ha ampliado la gama de experiencias y prácticas representadas en pantalla. Es necesario plantearse cómo afecta esto a la percepción de la sexualidad por parte de los jóvenes. El cerebro humano joven se caracteriza por la constante búsqueda de novedades y la curiosidad innata. Es aquí donde la pornografía actual ofrece una gran variedad de contenidos, de cuerpos, de espacios, de juegos y de prácticas, que hace que el consumidor nunca se aburra. El factor novedad, y el factor sorpresa, despiertan rápidamente la necesidad del consumo. Si el contenido es de calidad puede que resulte incluso informativo, pero si esto no se cumple, pueden darse una seria confusión entre lo real y lo ficticio. Es aquí donde los jóvenes están construyendo falsos patrones a perseguir para reproducir en la vida física, y por lo tanto la frustración al no poder alcanzarlo, potencia la adicción para conseguir la satisfacción.
Estrategias de prevención y apoyo
Es imperativo que como sociedad reconozcamos y abordemos la adicción a la pornografía en jóvenes de manera abierta y compasiva. Entender los factores de riesgo y su impacto en la vida real, nos ayuda a buscar estrategias preventivas. La clave radica en la educación, la comunicación y el apoyo continuo, tanto en los hogares como en las aulas para que cuando compartan la información entre su grupo de iguales, puedan explorar su sexualidad de manera saludable y consciente.
Son necesarios programas educativos que aborden la sexualidad de manera responsable y respetuosa, que proporcionen a los jóvenes las herramientas necesarias para comprender y apreciar la diversidad de experiencias. La información real, precisa y equilibrada sobre la sexualidad puede ayudar a contrarrestar la distorsión de expectativas derivadas del consumo excesivo de pornografía.
Fomentar un diálogo abierto y comprensivo sin juicios. Un espacio seguro y de confianza para discutir sobre todos los temas que abarca el hecho sexual humano, puede ser fundamental para prevenir la adicción y resolver problemas potenciales.
El uso de herramientas de filtrado y restricción de contenido en dispositivos electrónicos puede ser una medida práctica para controlar el acceso a la pornografía, especialmente en edades tempranas. Y por supuesto, enseñar a los jóvenes, habilidades para la vida digital como la autorregulación y el pensamiento crítico, es esencial.
En casos donde las disfunciones sexuales inducidas por la adicción al porno (PIED) ya han comenzado a afectar la vida diaria de un joven, buscar apoyo terapéutico es crucial. La terapia también puede ayudar a los jóvenes a comprender las motivaciones subyacentes detrás de su consumo excesivo y buscar estrategias para cambiar comportamientos poco saludables.
La prevención de la adicción a la pornografía requiere de un novedoso esfuerzo que involucra tanto a los jóvenes como a los adultos en su conjunto. Las familias, escuelas, organizaciones juveniles y de distinta índole, pueden tener un papel activo al organizar talleres, conferencias, asesorías y actividades que promuevan la conciencia sobre la importancia de una sexualidad saludable, equilibrada y en definitiva, consciente.
Escrito por Vanesa García Navarro (sexóloga)
para el proyecto Erasmus+ Alex: the SexEdBot
@tusexualidadconsciente
@amics.eu